lunes, 19 de marzo de 2012

Elecciones en Rusia

Ya habrán pasado las elecciones presidenciales. Estuve muy atento a las elecciones pasadas a la Duma. Vi todo lo que tenía que ver. Los días siguientes fueron intensos, desde aquel 4 de diciembre hasta la gran manifestación contra el fraude electoral en la Plaza Bolótnaia, donde estuve presente. Tomé algunas notas. Quizás sirvan para algo repasarlas, ante lo que quizás se avecine. Estas son:

6 de diciembre.
Hace dos días hubo una buena noticia: hubo elecciones. Hubo otra mala, que no hubo elecciones.
Hace dos días que aquella mujer se asutó, y se emocionó, al ver en las listas de votantes a su madre muerta. Acababa de pasar por allí, había cogido un boli, había puesto una cruz.... Pueblos enteros con más votantes muertos que vivos, y todos votaron al mismo. Qué cruel para la sociedad, qué gusto para la imaginación.
Por estas cosas que los rusos son tan leídos y tan poco visitados.

Hace dos días que coquetos autobuses escolares recorrían las ciudades cargados de señores con derecho a votar en todos los colegios, que desaparecieron calles llenas votantes, que los  25 se convertían en 50 y los 40 en 20. Que medio país no pudo o no quiso ir a votar... y que votaron por ellos.

Ayer por la tarde mucha gente se reunió en Lubianka y Chistie Prudí, en el centro, de forma pacífica. Se quejaban por lo sucedido el domingo electoral. No se habían quejado en 20 años de elecciones similares. Centanares de detenidos. Entre ellos, Navalniy, un símbolo de la denuncia contra la corrupción. 15 días de prisión incomunicada por desordenes públicos.

El clamor contra la corrupción en cualquiera de sus formas es general. El análisis de la esencia de la misma, inexistente. La corrupción es algo que hacen aquellos señores. Mal, o bien acostumbrados, para los rusos la corrupción es, sobre todo, un tema económico, no moral, casual, es una circunstancia moderna, deseablemente pasajera, no se creen que sea el motor de su nuevo mundo. Tampoco se creen que pueda haber corrupción más allá de sus fronteras. Europa es el imperio del bien y la honradez. Quieren ser europeos. Antes deberán colonizar medio mundo, vender esclavos y provocar guerras mundiales. No dudo que aprendan a hacerlo pronto.

9 de diciembre.
La Plaza Pushkinskaya está cerrada con camiones y furgones militares. Enormes soldados y  agentes antidisturbios la rodean. Si les miras a los ojos fijamente, bajan la mirada. Desértica la plaza, por encima de los techos de los blindados sobresale presa y sola la estatua de Pushkin, el gran poeta y decembrista ruso.

En algunos de los mismos lugares en los que ayer hubo concentraciones como protesta ante el fraude electoral, hoy se reunen los simpatizantes del partido del gobierno, a celebrarlo.
Se ha sabido que en su mayoría eran jóvenes a los que sacaron de la escuela, los montaron en un autobús y les dieron una bandera a cada uno. Los profesores han pasado lista. Otro grupo numeroso era de trabajadores centroasiáticos que no acertaban a pronunciar las consignas coreadas.

10 de diciembre.
Plaza Bolótnaia (traducción, la "Pantanosa"). Mucha gente y mucho ejército poniendo vallitas para que no pisásemos los parterres de invernal tierra dura, seca y negra. Unos pequeños arcos metálicos para acceder a la explanada dividida por un canal. Los puentecitos del canal, abarrotados; al fondo, la gigante estatua de Colón-Pedro Primero; a la derecha, las cúpulas doradas sobre las rojas murallas del Kremlin, y el río; a la izquierda, un canal con patrullas de la policía, más allá más gente, camiones militares, cámaras de televisión, la Galería Tetriakov y la ex- fábrica de chocolates "Octubre Rojo", hoy barrio de clubes y restaurantes de moda (caros).
Caen copos de nieve sueltos y confundidos. Un cartel llama a devolver unas elecciones limpias, otro, a devolver la nieve del invierno.
Grupitos con banderas. Muchas rojas, también naranjas. Llegan los anarquistas con banderas negras.  Ahora llegan los neonazis de la Confederación Eslava. Lazos blancos para todos. No veo a los del LDPR, los fascistas del 10% de votos. Muchas otras banderas de colores raros. Esa es la de los liberales, esa la de los neo-liberales, y aquellos son los semiliberales.
Entre algunos de los grupos manifestantes y el gobierno hay menos diferencias ideológicas que entre algunos de los que están aquí.
A ver qué nos dicen.
Empieza el mitin. Cada intervención termina con una frase que repiten a coro los de las primeras filas. El resto corea que, por favor, más alto.
De todo lo dicho, me quedo con las palabras del escritor Borís Akunin sobre la recuperación de la dignidad ciudadana. La autoestima ha sido minada durante estos últimos veinte años, y es minúscula en cualquiera de ellos. "Las cosas salen mal porque somos rusos, no seríamos capaces de hacerlo mejor, hay que confiar en unos líderes que lo resuelvan por nosotros", se pudiera resumir. Hace un año se publicó una encuesta donde el ochenta por ciento de los rusos sentía "Asco" hacia su propio país y su pueblo.

A su vez, por poner un ejemplo, el gobierno ruso financió los últimos años las siguientes superproducciones de cine, vistas por todos: "Zar", "Pope" y "Almirante", entre otras. La primera trata sobre el esforzado Iván el Terrible y lo dificultoso que es gobernar a los rusos; la segunda, sobre las virtudes de la Iglesia Ortodoxa y su difícil lucha contra la indisciplina moral rusa; la tercera, sobre las glorias y envalentonamientos patrios de Kolchak, almirante zarista, esforzado ejecutor de miles de obreros en los Urales (esto en la película se omite) y finamente asesinado vilmente por unos rojos.
Brillantes también las palabras del periodista (a estas horas sigue vivo) Leonid Porfiónov, que cómicamente  presume de que en su pueblo natal no hubo fraude electoral... a ver quién puede presumir de eso.
Ahora los comunistas anuncian su no reconocimiento de los resultados electorales. La gente les grita que no manden ningún diputado al parlamento.
Una parte es desalojada. Hoy sábado han llamado a hacer exámenes a unos niños de un colegio de la zona.
Va atardeciendo, oscurece rápido. Algunos encienden bengalas. Todas las banderas parecen negras. Ya se ha ido la mitad de la gente, se hacen corros de charla.
Se le ha dado al gobierno dos semanas. Para convocar nuevas elecciones, para liberar a los presos de la manifestación del lunes. Qué pasará si no lo hacen, no está claro.

12 de diciembre.
En respuesta a la gran manifestación del sábado se ha organizado una a favor del gobierno y sus resultados. Hay muchísima menos gente. Está lo mejor de cada casa. La mitad no sabe a qué a venido, y cuando escuchan "¡Rusia!", lo repiten. Alguien ha conseguido grabar como después, frente al Teatro Bolshoy, se hacían colas para recibir 500 rublos (12 euros) por el trabajo hecho ese día como camareros.
Es un terrible indicador económico. El domingo por votarles te pagaban 2000. La cosa va a peor.

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