viernes, 16 de marzo de 2012

Público (o la crisis del periodismo)

por Antonio.
Siempre se suele decir que la información es uno de los principales pilares de una sociedad justa, que el periodismo es necesario para desarrollar y afianzar las bases de una democracia. Y es totalmente cierto. Por eso, el cierre de la versión en papel de Público es, sin duda, una mala noticia. El diario impulsado por Juan Roures sucumbió ante los efectos de la crisis aunque, sin embargo, no sería justo (ni correcto) culpar a dicha situación económica de todos los males que actualmente padece el periodismo.
Juan Varela, consultor de medios y blogger de Periodistas21, detalló en su blog lo que él consideraba alguna de las causas más importantes de la caída del diario de Mediapubli. Para Varela, Público pecaba de una distribución demasiado cara. El objetivo era evidente: “inundar el mercado”, posicionarse en el mercado lo más rápidamente posible. Una estrategia errónea en plena era digital, y que condujo hacia otra losa irremediable. Público contaba con unos costes excesivamente altos, cercanos a los 50 millones de euros cada año. Si tomamos las cifras de ingresos por ventas que Juan Varela expone (40,5 millones en 2010 y 32 en 2009), no hace falta ser un genio de la matemática para caer en la cuenta de que el diario hacía aguas.

No obstante, tampoco sería correcto (ni justo) evaluar el estado del periodismo desde una sola perspectiva, desde el ejemplo individual de Público. El periodismo ha perdido penetración en la sociedad de una forma alarmante en los últimos años. La última oleada del Estudio General de Medios (EGM) muestra que solo la radio gana oyentes. Mientras, periódicos y revistas han perdido lectores paulatinamente. ¿Qué le pasa al periodismo escrito?

La credibilidad de los medios escritos parece estar en entredicho, y sus prácticas son las culpables. Los grandes medios se han olvidado de la noción de noticia, no cuentan historias cercanas al lector A menudo se pierden en inútiles batallas entre la clase política española, que poco interesan al lector medio. Ante la reciente aprobación del “código de buenas prácticas” por parte del Gobierno de Mariano Rajoy, por ejemplo, los grandes medios se han dedicado a enunciar las nuevas medidas y recoger las reacciones de la oposición. Pocos periodistas tuvieron la idea de salir a la calle para comprobar cómo podía afectar la nueva reforma laboral a las familias, cómo los jóvenes se pierden en un mar de curriculums, entrevistas de trabajo mientras casi el 50% de los menores de 30 años está en paro.

El error es poner el micrófono (o la grabadora) a los “hacedores” de política, y no a la población que generalmente la sufre. Los medios siguen aceptando ruedas de prensa sin preguntas, cuando la naturaleza del periodista es preguntar, molestar, incordiar. Y la sociedad no tiene la sensación de que cumplan su función. Los medios son, hoy en día, más cercanos a los poderes políticos y económicos que a la población a la que están dirigidos.

Es cierto que la crisis económica provocó el desplome de los ingresos por publicidad, lo que hizo que los balances de los grupos mediáticos se tambaleasen hasta provocar la caída de muchos. Pero no nos olvidemos de que el periodismo se dirige a un lector, a un oyente; y que si se pierde la noción de servicio a la sociedad, este lector, este oyente tienen el derecho de dar la espalda al medio y dejarlo aislado. El periodismo debe recuperar las historias más cotidianas, el periodismo debe volver a la calle.

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